sábado, 21 de febrero de 2015

Las "abuelillas": el reloj de mi infancia





 Hace unos días me mandaron una presentación con fotos de objetos, revistas y juguetes de los años de mi prehistoria… Se ve que estos recuerdos conmueven a más de uno…
  
Bueno; no había vuelto a acordarme de estos relojes y cuando vi la foto creí que me daba un patatús, (exagerando). Y es que, de repente, reviví la emoción tan grande que me produjo, después de elegir mi color preferido, tener un reloj así al que además se le podía “dar cuerda”. Las dos agujas se movían a la vez y no había quien lo pusiera en hora… pero eso daba lo mismo, ¡se movían!. Seguramente yo no sabía leer las horas todavía. Me remangaba la manga de la chaqueta para que se viera bien y me sentía transformada en persona mayor por el mero hecho de tener ese flamante reloj en mi muñeca izquierda. Se compraban en las piperas o “abuelillas” (así llamábamos a las viejecitas que se ponían con un cesto o un pequeño cajón, a modo de mesita, a las puertas de El Retiro, a la entrada de cualquier parque o en la esquina de una calle concurrida). Los relojes estaban enlazados en hojas de cartón, como se ve en la foto y uno se pasaba media hora eligiendo el color de la correa, que era cordón de goma elástica, para que fuera el más bonito de todos.

Las “abuelillas” vendían chicles, pipas, caramelos, regaliz, bolitas de anís, que eran mis preferidas, pitillos rellenos de hierba seca de anís que alguna vez compramos -y ¡hasta encendimos!- y mil chucherías más, aparte de tabaco. Me acuerdo especialmente del regaliz de cordón porque me gustaba mucho. Estaba enrollado como los cordones de los zapatos, en forma de madeja, con una fajita de papel en el centro. Era muy rico, un poco anisado también. Las pipas te las daban con la medida de un barrilito de dados (creo que era a 10 céntimos de peseta el barril). Poco a poco, las vendedoras fueron rellenando el fondo del cubilete con papel y entonces entraban menos pipas por el mismo precio, pero no nos atrevíamos a decirles nada, aunque nos sintiéramos perjudicadas… ¡Qué timo!

Cada uno se las arregla como puede en eso de economizar…