En Galicia hay una tradición muy arraigada que mi abuela nos transmitió cuando éramos niñas. Cada mañana de San Juan (día 24 de junio) ella nos despertaba, alegre como siempre, recordándonos la fecha del día y nosotras nos levantábamos más diligentes de lo habitual porque sabíamos que empezábamos de un modo distinto y algo mágico nuestras abluciones matinales. Mágico o especial nos parecía el hecho de descubrir en el cuarto de baño una hermosa bañera, llena de agua fresca y ricamente perfumada, en la que flotaban pétalos de rosa, hojitas de hierbabuena, hierba luisa, espliego, tomillo, romero y un montón más de plantas aromáticas.
(Supongo que no faltaría el hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum), y mucho menos el fiúncho (hinojo) (Foeniculum vulgare) y la xesta (retama) (Cytisus scoparius), cuyas virtudes curativas dicen que son importantes. Con la retama siguen haciéndose ramos que se colocan a la entrada de las casas y en las puertas de los coches para ahuyentar así a los malos espíritus, dicho sea de paso).
El caso es que ese día nos lavábamos la cara con esa agua que se preparaba de víspera y que había pasado a la intemperie toda la noche, a la luz de la luna... como es la tradición. Era un agua mitad milagrosa, mitad bendita, olorosa y fresca, que nos dejaba la cara perfumada, como quizás les pasara a las princesas de los cuentos, imaginaba yo...
(El fuego, el agua y las hierbas medicinales son los elementos mágicos que conjuran a los espíritus malignos y ayudan a purificar, limpiar y curar los cuerpos y las almas. De ahí las costumbres de saltar hogueras por la noche, darse un baño de nueve olas en La Lanzada para solucionar problemas de fertilidad en las mujeres y lavarse con esa agua en la que las hierbas tienen un papel significativo de curación... ).
A nosotras no nos daban información sobre estas cosas; ¡ni la pedíamos!. Mi abuela consideraría que eran costumbres paganas, supongo, pero, no obstante, esa agua beneficiosa y refrescante nunca nos faltó el día de San Juan e hizo siempre nuestras delicias cuando éramos niñas .
Yo he continuado esta tradición año tras año, desde que mis hijas eran pequeñas, con la intención de revivir y prolongar lo que tanto me hizo disfrutar en mi infancia y así lo sigo haciendo... para que ellas recuerden también, y lo disfruten...
Mi variedad de hierbas aromáticas siempre fue mucho más reducida que la de aquellos tiempos, por carecer de jardín y también (todo hay que decirlo) de previsión, así que en alguna ocasión he tenido que echar mano hasta de las especias de cocina (orégano, tomillo, laurel, agua de azahar...). Pero he plantado en mi balcón menta, melisa, hierbabuena, geranio de olor y he reducido el tamaño de la bañera, por lo que siempre hemos tenido agua de San Juan en las mañanitas del día 24 de junio, para refrescarnos la memoria y la vida.
...Y si, de paso, se ahuyentan las malas ideas, mejor que mejor...
4 comentarios:
¡Qué bien que nos avisas con tiempo! Nunca me acordé de prepararlo, aunque había oído algo sobre esa tradición, pero ahora que nos lo has contado, seguro que pongo el barreñito al sereno la noche del 23. Sobre todo, teniendo la prueba en tí misma de lo maravillosamente bien que sienta ese agua a la cara y al espíritu. Ahora me lo explico todo, ya me parecía que eras un poco "meiga"...
Cigarra:
¡Gracias por los "eulogios" que me dedicas, tan generosa tú!. No sabía yo que se me notaban tanto los efectos benéficos de esas aguas santas...
Este año, mire Vd. por dónde, no voy a estar en casa para preparar mi barreñito; Lo hará Inés, seguramente, que suele ser una buena heredera de tradiciones...¡Nos vamos el sábado a Brasil hasta el 7-de-julio-San-Fermín!.
Muchos besos
Hay que ver la cantidad de cultura que me falta. Me tienes asombrá.
Hola, La Uge!. Me dejaste un comentario el día 2 y yo andaba duchándome por las cataratas de Iguazú...
Me gusta mucho que leas mis recuerdos.
Un beso.
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