martes, 24 de marzo de 2015

Los bisabuelos










Yo he tenido la gran suerte de poder conocer a mis bisabuelos, que ya no vivían cuando yo nací, a través del cariño que les tuvieron otros.

Esto me sucedió con mis bisabuelos maternos. No habría sabido nada de ellos si mi abuelita, mi  madre y mis tías no nos hubieran hablado de los dos con el cariño y la admiración con que lo hicieron siempre. Y así aprendí a quererlos: a través del amor que les tuvieron ellas. Y es así como todo lo relacionado con la bisabuela Soledad y el bisabuelo Tiburcio (¡vaya nombrecito, ya sé!) me resultó siempre tan cercano, tanto que a veces pienso que les he conocido de verdad.

Y veo lo importante que es transmitir estos sentimientos a los hijos y prolongar así la vida de nuestros antepasados en nosotros mismos, a través de nuestras conversaciones, de nuestros recuerdos.

Por eso, siempre que tengo entre mis manos una camisa, unas gafas, unos pañuelos, una enagua, un abanico, pertenecientes a los bisabuelos, nunca los he considerado cosas viejas (o antiguas) de más o menos valor material, aunque lo tuvieran. Para mí son mucho más: son pura historia, son su vida,  su presencia.

Ellos, los bisabuelos, son parte de nosotros, viven en nosotros… así lo siento yo.

No hay comentarios: