jueves, 24 de abril de 2008

La hora del rosario






"Me enseñaron a rezar
enseñáronme a sentir
y me enseñaron a amar...” (Gabriel y Galán)


Todas las tardes, a la caída del sol, se rezaba el rosario en casa. Si estábamos en el jardín, la abuela nos avisaba con una campanita desde la ventana del salon y subíamos corriendo a cumplir con esta devoción diaria, tan arraigada y tan natural para nosotros. Nos acomodábamos alrededor de la mesa camilla y la abuela, que era quien lo dirigía siempre (hasta que fuimos creciendo y entonces nos turnábamos), comenzaba persignándose en voz alta; todos hacíamos lo mismo ... “Por la señal de la Santa Cruz...”

-¿Hoy qué día es?-
-Lunes, abuela-
-Misterios gozosos del Santísimo Rosario. Primer misterio....

Antes de llegar al segundo misterio ya estábamos aburridas; se nos hacía larguísimo y tedioso tener que estar ahí en actitud devota y recogida durante tanto tiempo, repitiendo una tras otra mil avemarías...

Bien es cierto que a veces la abuelita nos sacaba del aburrimiento cuando daba una cabezada involuntaria y se producía un silencio inoportuno. Nosotras, divertidas, le gritábamos -“Abuela, que te toca”- Y ella volvía a la realidad en un periquete y continuaba: “Dios te salve, Maria...”

Las personas que ayudaban en casa, -“las muchachas”-, acudían también a los rezos pero... se quedaban de pié a la puerta del comedor... Eso que antes veía con naturalidad ahora, al contarlo se me hace raro y me resulta francamente molesto, aunque no era en absoluto orgullosa ni “estirada” mi abuela; es que las cosas eran así y se guardaban las distancias de un modo natural y aceptado por todos... (¡no faltaría más!).

Sobra decir que me sabía todos los misterios (cinco gozosos, cinco dolorosos y cinco gloriosos) en su orden correspondiente (ahora creo que el papa ha puesto otros más que, por cierto, no me los sé); Los cinco dolorosos me parecían más misterios que los otros y más conmovedores; se rezaban los martes y viernes. Eso de la flagelación del Señor, la coronación de espinas, las caídas de Jesús con la cruz a cuestas. etc. etc. me producía tristeza; y aunque no me paraba demasiado en reflexiones me parecía una masacre inexplicable (Todo lo relativo al dolor, a la sangre, al martirio, a la culpa, me trajo de cabeza en gran parte de mi infancia y de mi adolescencia incluso, no sé por qué... Me producía rechazo y atracción a la vez. Y debo decir que nunca, jamás, me inculcaron sentimientos de culpa mis mayores. Es que yo era un poco rarita, muy escrupulosa y quizás demasiado sensible).

La letanía se rezaba en latín y también me la aprendí de memoria, primero sin saber lo que decía, claro; pero me gustaba -aunque se hacía demasiado largo- lo de repetir “ora pro nobis, ora pro nobis, ora pro nobis...”; y cuando ya creías que se había terminado el rosario y que podías marcharte a jugar, ¡comenzaba una retahíla infinita de padrenuestros!. “Un padrenuestro por las ánimas benditas del purgatorio... un padrenuestro por las necesidades del santo pontífice un padrenuestro a S. José para que nos libre de una mala muerte...”

(El verano pasado entré una tarde en la iglesia del pueblo y pude comprobar que, al terminar la letanía, siguen rezando interminables padrenuestros por las interminables intenciones de un sinfín de gentes... Por un lado me hizo ilusión porque me pareció algo pueril y en desuso, he de ser sincera, y me acercó más a lo vivido. ¡Pero me chocó enormemente!).

Lo que recuerdo con verdadero encanto es el placer de rezar el rosario en el jardín, en un día de primavera. Entonces se sobrellevaba de maravilla. El olor a boj, jazmín y heliotropo se mezclaba con el gorjeo de los pajaritos que estaban especialmente bulliciosos a esas horas del atardecer acomodándose entre las ramas de los magnolios para retirarse a dormir... ¡Eso sí que era una bendición!.

Dios te salve, Maria...



4 comentarios:

Cigarra dijo...

Siempre consigues emocionarme con tus recuerdos...
Hace unos meses llegué a misa con un poco de tiempo de sobra y estaban terminando el rosario, y la letanía ¡era toda distinta! Me llevé una decepción terrible. Yo ahora no rezo mucho el Rosario, lo reconozco, pero ¡que me cambien la letanía! Esas advocaciones tan preciosas, Consuelo de los afligidos, Saslud de los enfermos, Estrella de la mañana, Arca de la Alianza, y la mas bonita de todas "Causa de nuestra alegría"
Luego he visto que hay muchas letanías distintas, aunque la más conocida sea la Lauretana. Y en esta página he encontrado ¡las letanías en quechua, traducidas por los indios del Perú!
http://www.fatima.org.pe/seccion-verarticulo-124.html

La Uge dijo...

¿Cómo puedes recordar tantas cosas de tu pasado "lejano" (con perdón)? Me das una envidia enorme. A veces pienso que no tengo pasado, pero ya se sabe que todos tenemos uno...
Y me gusta mucho lo que/cómo lo escribes.

María la Delsa dijo...

Gracias, "cigarrita"; me ha resultado muy curiosa la página que mandas; Yo ya no rezo nada el rosario ¡qué le vamos a hacer!¡Si el P. Peyton levantara la cabezaaa!!!

La Uge: ¿no sabes que dicen los entendidos que las personas mayores recuerdan con mucha mas claridad su pasado "lejano" que el más inmediato???. Debe ser que a mi me pasa éso...
Ya no me acuerdo de si he comido hoy...(jeje).

Tendrás que esperar unos añitos y verás como se te acerca la infancia, empezando por la higuera...
Muchos besos a las dos, y ¡gracias!.

La Uge dijo...

Si no consigo recordar mi pasado lejano, es que me estoy volviendo joven. Gracias por hacérmelo notar.
Sigue dándole, que este blog me encanta.