Cuando recuerdo y saco a colación las directrices católicas -escritas- que formaron mi conciencia de niña, solo puedo dar gracias a Dios porque no he salido tan tarada como sería de esperar... Un poco sí que lo estuve, pero se me ha pasado.
Este “Mi Jesús –Devocionario que ofrece a los niños el P. Luis Ribera”, editado en 1952, es realmente, un ejemplar digno de estudio. Me acompañó siempre en mis obligaciones de buena cristiana, o sea, en las misas de los domingos y en las preparaciones y acciones de gracias de la Comunión. Me ayudó a conocer los nombres de los ornamentos sagrados y los objetos litúrgicos... Me conmoví con sus truculentos dibujos sobre el infierno y el pecado; me emocioné mil veces con el apedreamiento de san Tarsicio, que llevaba la comunión “a los cristianos presos en la cárcel por amor de Jesús”; me dejó estupefacta viendo a la niña que ¡¡ tiraba al Niño Jesús a las serpientes ¡! porque había hecho una mala comunión... (¿Se puede ser más bruto, a la hora de catequizar a un niño?). Yo fui muy poco crítica. Aceptaba todo de buen grado y no me planteaba nunca interrogantes... ¡pobrecita de mí...!.
En el “Mi Jesús” venían , ilustradas, todas las estaciones del Via Crucis, los misterios del Rosario, ilustrados también, con su letanía lauretana; los cánticos más al uso, los sacramentos de la Iglesia, reflexiones sobre los nueve primeros viernes de mes... y una página al principio, la que más me gustaba, que se titulaba “Santos Recuerdos” y era ahí donde, a mano, había que rellenar los huecos en puntos suspensivos correspondientes a las fechas más importantes de tu vida. “Nací el día..... Recibí la Confirmación el día ..... Recibí la Primera Comunión a la edad de ... el día.....” Y luego, al final, firmabas una declaración de fé: “Soy cristiano, y prometo a Dios, a la Virgen Santísima y al Angel de mi Guarda, vivir siempre como buen cristiano y como buen hijo de la Iglesia Católica. Y así espero morir, ayudado por la gracia de Dios. Lo que firmo en .... el día..... (Firma)”
En fin. Aquí lo tengo y la verdad es que me encanta, a pesar de todo, porque supuso mucho en mi vida, más para bien que para mal, aunque cueste creerlo... Porque, además, entre las páginas del librito también me encuentro con muchas más cosas que las escritas.
Este “Mi Jesús –Devocionario que ofrece a los niños el P. Luis Ribera”, editado en 1952, es realmente, un ejemplar digno de estudio. Me acompañó siempre en mis obligaciones de buena cristiana, o sea, en las misas de los domingos y en las preparaciones y acciones de gracias de la Comunión. Me ayudó a conocer los nombres de los ornamentos sagrados y los objetos litúrgicos... Me conmoví con sus truculentos dibujos sobre el infierno y el pecado; me emocioné mil veces con el apedreamiento de san Tarsicio, que llevaba la comunión “a los cristianos presos en la cárcel por amor de Jesús”; me dejó estupefacta viendo a la niña que ¡¡ tiraba al Niño Jesús a las serpientes ¡! porque había hecho una mala comunión... (¿Se puede ser más bruto, a la hora de catequizar a un niño?). Yo fui muy poco crítica. Aceptaba todo de buen grado y no me planteaba nunca interrogantes... ¡pobrecita de mí...!.
En el “Mi Jesús” venían , ilustradas, todas las estaciones del Via Crucis, los misterios del Rosario, ilustrados también, con su letanía lauretana; los cánticos más al uso, los sacramentos de la Iglesia, reflexiones sobre los nueve primeros viernes de mes... y una página al principio, la que más me gustaba, que se titulaba “Santos Recuerdos” y era ahí donde, a mano, había que rellenar los huecos en puntos suspensivos correspondientes a las fechas más importantes de tu vida. “Nací el día..... Recibí la Confirmación el día ..... Recibí la Primera Comunión a la edad de ... el día.....” Y luego, al final, firmabas una declaración de fé: “Soy cristiano, y prometo a Dios, a la Virgen Santísima y al Angel de mi Guarda, vivir siempre como buen cristiano y como buen hijo de la Iglesia Católica. Y así espero morir, ayudado por la gracia de Dios. Lo que firmo en .... el día..... (Firma)”
En fin. Aquí lo tengo y la verdad es que me encanta, a pesar de todo, porque supuso mucho en mi vida, más para bien que para mal, aunque cueste creerlo... Porque, además, entre las páginas del librito también me encuentro con muchas más cosas que las escritas.
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