sábado, 3 de mayo de 2008

Empieza el mes de mayo...


"O maíño maio é moi pillabán
quere que lle dean os cartos na mán.
Para facé-lo maio tivemos que roubar
frores e fiúncho na casa de San Blas...”


...y yo me acuerdo de los niños de Villajuan, que iban por las casas con sus “mayos”, cantando esa canción y pidiendo unos “patacones” para comprarse luego chucherías.


“Los mayos” son unas decoraciones florales muy lucidas, en forma de alfombras, o conos, o altares, que se hacen como homenaje de bienvenida a la primavera y con ella a la Virgen. Hacer "mayos" es una costumbre muy gallega y creo que también portuguesa y supongo que se harán también en otras partes de España aunque lo llamen de otro modo.


Pero los niños en Villajuan se hacían sus propios “mayos” que paseaban por el pueblo, yendo de casa en casa, mientras cantaban esa canciocilla tan especial, que tiene su picaresca. Los hacían dentro de cajoncitos de madera o bandejas más o menos grandes, decorados con flores, hierbas aromáticas, estampitas, y artilugios de adorno, según la imaginacion y el gusto de cada cual. Allá iban, tan felices, de puerta en puerta mostrando sus obras de arte y yo me quedaba embelsada admirando esos trabajos tan bonitos, porque lo eran realmente: como las alfombras de la procesión del “Corpus Christi”, pero en pequeñito.

En casa se ponía un altar a la Virgen; un altar escalonado como los de la iglesia, lleno de flores por los laterales hasta terminar en el centro con una imagen de la Virgen que no consigo “ver” ahora. ¡Me encantaba ese altar!... No sé por qué me parecía tener algo del cielo en casa...

El caso es que esto también era como un ritual. Bajábamos al jardín a cortar flores (bajo la indicación de la abuelita). Normalmente eran espireas (Spiraea arguta
) o celindas (Philadelphus coronarius) o bolas de nieve (Viburnum opulus), que estaban en su apogeo por esas fechas, todas blancas y la celinda con un olor suave, delicioso; las colocábamos en los distintos floreros y quedaba el altar que daba gloria, con sus mantelitos de encaje, blancos y almidonados... ¡Cómo me hubiera gustado tener una foto ahora con la que poder decorar este recuerdo...! Cuando entrábamos en esa alcoba no “nos quedaba más remedio” que cantar a la Virgen una canción.

Toma, Virgen pura, nuestros corazones
no nos abandones, jamás, jamás,
no nos abandones, jamás, jamás...


7 comentarios:

Cigarra dijo...

Ay, qué gusto da entrar en este blog. Yo venía con las de un Miura, a meterme a saco con Vanbrugh, que es un impertinente y un patazas, y se me ha desarmado la agresividad. Tantas flores blancas, olores tan delicados, y se me ha venido a la memoria el altarcito que ponía también mi madre en un rincón del comedor. Como no teníamos jardín era más urbano y modesto: unos claveles comprados en la floristería, o incluso en los últimos tiempos, unas rositas pequeñas de plástico (cuando empezaron las flores de plástico, aun no se consideraban tan horteras como ahora). Yo conservo esas rositas, los jarroncitos donde las ponía, los mantelitos bordados con encajes por el borde... todo en una caja con otras antiguallas; Y cuando encuentro esa caja, ordenando otras cosas, y la abro, me siento transportada a aquellos meses de mayo de hace tantos años...

Anónimo dijo...

Ay, qué gusto entrar en este blog. Yo venía rememorativo y nostálgico, a contar del altarcito que ponía mi madre en una esquina del comedor -me parece que aún estoy viendo los jarroncitos para las flores- y aquellas preciosas oraciones que nunca más he vuelto a oir: "Acordaos, oh piadosísima Madre...", y se me ha resquebrajado la emotividad. Cigarra llamándome impertinente y patazas sin siquiera la excusa de saber que iba yo a leerlo, la verdad es que me ha emocionado. ¡Cómo le gusta a uno que hablen de uno, aunque sea mal..!

María la Delsa dijo...

Cigrarra y Vranbugh:

Me habéis hecho sentirme como un San Francisco de Asís cualquiera; ya me aprendo la táctica: en cualquier momento os amansaré con mis flores y mis tallos cuando os "vea de venir"...

En cuando a la oración ésa, yo me la aprendí así, toda de "vos", pero no sé si había algo más...

Acordaos, Oh piadosísima Virgen María,
que jamás se oyó decir que uno solo de cuantos han acudido
a vuestra protección,implorando vuestro socorro,
haya sido abandonado por vos.

Animado con esta confianza
a vos acudo, oh, Madre, virgen de las vírgenes
No desprecieis mis súplicas,
antes bien, dignaos acogedlas
y favorablemente despachadlas, amén

Cigarra dijo...

Es verdad, Delsa de mi corazón, que he trastornado la paz de este lago apacible tirando a la superficie las piedras de mi intemperancia. Te pido perdón por ello y te aseguro que no volveré a irrumpir de ese modo tan desconsiderado en este remanso.
¡Qué bonito, no recordaba el final de esa oración de mi infancia, el "Acordaos"!
Y luego se cantaba el "Tomad Virgen Pura, nuestros corazones..."

Ureña dijo...

Nunca hago comentarios en este blog, ni en casi ninguno, pero entro con mucha frecuencia. Lo disfruto un montón y además da mucha paz. Enhorabuena, María la Delsa, y un abrazo muy grande.

María la Delsa dijo...

Cigarra: no pasa nada; no has trastornado ninguna paz, ahora que como vuelvas a dar un portazo al entrar te vas a acordar...!.jaja.

Muchos besos, y me encanta que me dejes siempre un mensajito.

María la Delsa dijo...

Ureña:
Me gusta mucho que entres en mis recuerdos y también que me lo digas.

Muchos besos