viernes, 23 de mayo de 2008

La confesión

Mucha parte de mi infancia me la pasé
“en pecado mortal”. Bueno, no sería tanta, pero la sensación de estar en pecado mortal sí que la tuve alguna vez y recuerdo ésta como la más incómoda.

El sábado por la tarde era el día de ir a confesarse. Teníamos esa costumbre que, por cierto, no me gustaba nada, pero la abuela nos llevaba a la Iglesia y con solemnidad y recogimiento nos ayudaba a hacer el examen de conciencia (que ahora suena un poco a chino, o a algo un poco lejano y en desuso). Que si teníamos pereza, que si mal genio, que si habíamos desobedecido en algún momento, o estábamos distraídas en clase, ...etc.etc.

Me preparé como pude, pero tenía algo que me desazonaba enormemente y que me parecía imposible de confesar, a pesar de la gravedad: la semana anterior ¡¡yo había pegado un moco en un banco de la Iglesia -lugar sagrado-...!! y lo tenía sobre la conciencia como un sacrilegio o algo parecido. ¿Cómo lo iba a confesar?; me daba una vergüenza enorme; ¡qué ordinariez, además...! Pero... ¿cómo omitir a propósito un pecado tan grave...?

Yo temblaba por dentro, de los pies a la cabeza. Y llegó mi turno. Y me confesé de lo de siempre, como una retahíla, pero no dije nada del moco. Fui incapaz.

Volví al banco. Seguía temblando, más en pecado que antes, y luchaba en mi interior ¿Vuelvo al confesionario... no vuelvo...?. ¡Pero no podía irme a casa tan campante, digo yo...!

El Espíritu Santo me animó. Me decidí heroicamente, a pesar de lo humillante que me resultaba la cosa, a confesar de nuevo.

-“Abuela: que tengo que volver a confesarme, que me he olvidado de algo”-


Volví al confesionario y... ¡lo dije!, muerta de miedo, pero lo dije!.

El alma se me quedó blanca como la nieve. Y ni recuerdo lo que me dijo D.Benigno. Supongo que se reiría por dentro... y ...tres avemarías...


¡Qué descanso, Dios mío!.

3 comentarios:

La Uge dijo...

Genial y divinísimamente contado.
Lo de entonces lo entiendo (por algo será), lo que me encanta es que seas capaz de contarlo ahora sin ruborizarte.
Cómo ha cambiado el concepto de "mala conciencia". Ya no sé si queda de eso por el mundo.
¿Leiste "Usos amorosos de la posguerra española", de C. Martín Gaite?

Cigarra dijo...

¡Lo que me he podido reir con "el moco"! Yo lo que recuerdo con horror es que, a mi que nunca se me caía el moco, a medida que avanzaba la misa y se acercaba el momento de la comunión, empezaba a notar que se me iba a caer el moco, ¡y no llevaba pañuelo! ¡Y dónde me limpiaba yo, Dios mío, para no ir en esas condiciones a comulgar! ¡qué preocupación!
Mas de una limpiada subrepticia con la manga de la chaqueta habré hecho yo, que si no era pecado de confesarse, era una guarrería casi más vergonzosa!...

Recuerdo ese dibujo del "Mi Jesús" perfectisimamente. Y había otro de un puente con 10 arcos que eran los 10 mandamientos... tengo que buscarlo, que creo que tengo uno en casa.

María la Delsa dijo...

La Uge: la verdad es que no sé por qué no me ruborizo... Es que ha pasado mucho tiempo y yo era pequeñita, y mocos los tiene todo el mundo... en fin... que seguramente he perdido la vergüenza..
Sí que leí los "Usos amorosos...". ¡Me identifiqué tantísimo con todo...!
¡Pura historia!. ¿Y las canciones de la Sección Femeninaaa?. Gibraltar, Gibraltar, punta amada de todo español... A mi patria le robaron tierra hispana del Peñón y en sus rocas hoy hollaron con el asta de un extraño pabellón..."
Muchos besos y me encanta que me escribas.

Cigarra: me alegro de que te hayas reído tanto, leyendo estas cosas tan serias...(ja,ja). Yo también he disfrutado un montón esta mañana con tus fotos, ya lo sabes.
Besos mil